¿Por qué julio está dedicado a la Preciosísima Sangre de Cristo?

 ¿Por qué julio está dedicado a la Preciosísima Sangre de Cristo?


El mes de julio se dedica tradicionalmente a la Preciosa Sangre, invitando a los católicos a meditar en el sacrificio redentor de Cristo y el derramamiento de su sangre  preciosa por toda la humanidad.



¿Por qué julio está dedicado a la Preciosísima Sangre de Cristo?



Así como el mes de junio está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, el mes de julio está dedicado a su Preciosísima Sangre. Esta particular devoción consiste en honrar la Santísima Sangre del Verbo Encarnado «derramada por muchos en remisión de los pecados» (Mateo 26,28)


La devoción a la Preciosísima Sangre de Cristo está directamente relacionada con los sufrimientos de la Pasión Redentora de Nuestro Señor Jesucristo. La Sangre de Cristo, el Cordero inmolado, no sólo nos salva de la muerte, pues aunque muramos, resucitaremos, sino que ya en este mundo, nos libera de la esclavitud del pecado, para gozar de la libertad de ser hijos de Dios.


San Pedro nos recuerda que «Hemos sido rescatados, no con plata ni oro, corruptibles, sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha!» (1 Petro 1, 17-19) el sacrificio infinito de Cristo en el Calvario es la prenda de salvación que nos libra de las ataduras del pecado y nos lleva a la vida eterna.


La Preciosa o Preciosísima Sangre de Cristo es una devoción que está íntimamente unida con el Santísimo Nombre de Jesús y el Sagrado Corazón. 


San Gaspar del Búfalo, nacido en Roma en 1786, fue el principal propulsor de la devoción a la Preciosa Sangre de Cristo. Este santo, resultó exiliado y encarcelado luego de negarse firmar el  juramento de lealtad a Napoleón. Durante ese tiempo, guiado por Francesco Albertini, Gaspar alimentó su devoción y, puesto en libertad en 1814, fundó la Congregación de la Preciosísima Sangre de Jesús.


Historia de la devoción a la Sangre de Cristo

A lo largo de los siglos, la Iglesia fue desarrollando varias fiestas de la Preciosa Sangre, pero no fue hasta el siglo XIX cuando se instituyó oficialmente una fiesta universal.


Durante la Primera Guerra Italiana por la Independencia en 1849, el Papa Pío IX se exilió en Gaeta, conjuntamente con Don Giovanni Merlini, tercer superior general de los Padres de la Preciosa Sangre.


En el apogeo de la guerra, Merlini sugirió a Su Santidad que hiciera una promesa a Nuestro Señor Jesucristo para obtener el fin de la guerra y llevar la paz a Roma. Dicha promesa consistía en extender la fiesta de la Preciosa Sangre a toda la Iglesia.


Pío IX hizo una declaración el 30 de junio de 1849 anunciando que tenía la intención de crear una fiesta en honor de la Preciosa Sangre. La guerra pronto terminó y el Papa regresó a Roma poco después.


El 10 de agosto lo hizo oficial, y proclamó que el primer domingo de julio se dedicara a la Preciosa Sangre de Jesucristo. Más tarde, el papa Pío X asignó el 1 de julio como la fecha fija de esta celebración.


Después del Concilio Vaticano II, la fiesta de la Preciosísima Sangre fue unificada con la del Cuerpo de Cristo, uniendo ambas en una sola festividad: la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo. Pero se estableció una Misa votiva en honor de la Preciosa Sangre que se puede celebrar en el mes de julio (como en la mayoría de los otros meses del año).


Por estas razones, todo el mes de julio se dedica tradicionalmente a la Preciosa Sangre, invitando a los católicos a meditar en el sacrificio redentor de Cristo y el derramamiento de su sangre  preciosa por toda la humanidad.


En su Carta Apostólica Inde a Primis, el Papa Juan XXIII fomentó el culto a la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo: «Porque, si es infinito el valor de la Sangre del Hombre Dios e infinita la caridad que le impulsó a derramarla desde el octavo día de su nacimiento y después con mayor abundancia en la agonía del huerto, en la flagelación y coronación de espinas, en la subida al Calvario y en la Crucifixión y, finalmente, en la extensa herida del costado, como símbolo de esa misma divina Sangre, que fluye por todos los Sacramentos de la Iglesia, es no sólo conveniente sino muy justo que se le tribute homenaje de adoración y de amorosa gratitud por parte de los que han sido regenerados con sus ondas saludables» señala el documento.


Con el objeto de incrementar el culto a la preciosa Sangre del Cordero Inmaculado, Cristo Jesús, el Papa Juan XXIII aprobó la «Letanía de la Preciosa Sangre de Cristo» recomendando que se recite en todo el orbe católico.


Letanía de la Preciosa Sangre de Cristo

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo óyenos.

Cristo escúchanos.

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.

Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.

Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.


A cada invocación, se responde «Sálvanos»


Sangre de Cristo, hijo único del Padre Eterno, sálvanos

Sangre de Cristo, Verbo encarnado,

Sangre de Cristo, Nuevo y Antiguo Testamento,

Sangre de Cristo, derramada sobre la tierra durante su agonía,

Sangre de Cristo, vertida en la flagelación.

Sangre de Cristo, que emanó de la corona de espinas,

Sangre de Cristo, derramada sobre la Cruz,

Sangre de Cristo, precio de nuestra salvación,

Sangre de Cristo, sin la cual no puede haber remisión,

Sangre de Cristo, alimento eucarístico y purificación de las almas,

Sangre de Cristo, manantial de misericordia,

Sangre de Cristo, victoria sobre los demonios,

Sangre de Cristo, fuerza de los mártires,

Sangre de Cristo, virtud de los confesores,

Sangre de Cristo, fuente de virginidad,

Sangre de Cristo sostén de los que están en peligro.

Sangre de Cristo, alivio de los que sufren,

Sangre de Cristo, consolación en las penas,

Sangre de Cristo, espíritu de los penitentes,

Sangre de Cristo, auxilio de los moribundos,

Sangre de Cristo, paz y dulzura de los corazones,

Sangre de Cristo, prenda de la vida eterna,

Sangre de Cristo que libera a las almas del Purgatorio,

Sangre de Cristo, digna de todo honor y de toda gloria,


Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.


V./ Nos rescataste, Señor, por tu Sangre.

R./ E hiciste nuestro el reino de los cielos.


Oremos:

Dios Eterno y Todopoderoso que constituiste a tu hijo único Redentor del mundo, y que quisiste ser apaciguado por su sangre, haz que venerando el precio de nuestra salvación y estando protegidos por él sobre la tierra contra los males de esta vida, recojamos la recompensa eterna en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.


Indulgencia: 

Dice el Manual de Indulgencias en el punto 22 que «se concede indulgencia parcial al fiel cristiano que recite devotamente una de las letanías aprobadas, por ejemplo (…) la de la Preciosísima Sangre de nuestro Señor Jesucristo».


¡Sangre de Cristo, sálvanos!


La Sangre de Cristo, precio de nuestro rescate, prenda de salvación y de vida eterna, ha de ser objeto de más devotas meditaciones y más frecuentes comuniones sacramentales por parte de los fieles, reflexionando en el valor sobreabundante, infinito, de esta Sangre verdaderamente preciosísima, de la cual una sola gota puede salvar al mundo de todo pecado, como canta la Iglesia en el Adoro te devote.


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