CORPUS DOMINI

 CORPUS DOMINI

Corpus Domini


FIESTAS LITÚRGICAS

30 mayo

La fe en Dios Padre e Hijo y Espíritu Santo (Santísima Trinidad) no es una experiencia lejana o inalcanzable. Al contrario, Dios mismo ha querido permanecer con nosotros bajo la forma del Pan de cada día que se parte y se comparte cada vez que se reviven sus palabras: "Este es mi Cuerpo... Esta es mi Sangre...".

El origen de la Solemnidad de hoy, que reconoce y agradece esta presencia tan cercana de Dios, se halla en 1207 en Bélgica, cuando una joven monja agustina, Juliana de Cornillón, tuvo una visión que presentaba la luna llena con una mancha opaca que empañaba su esplendor. La visión fue interpretada así por los expertos de la época: la luna llena simbolizaba la Iglesia; la mancha opaca era la ausencia de una fiesta que honrase de forma específica el Sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Con el apoyo de numerosos teólogos, se pidió entonces al obispo que aprobara la celebración de esta nueva fiesta. Al año siguiente, Juliana tuvo otra visión más clara, pero todavía tuvo que luchar mucho para que fuera instituida la fiesta; lo consiguió solo en 1247 y a nivel diocesano, cuando Roberto de Thourotte se convirtió en obispo de Lieja.

En 1261, un antiguo archidiácono de Lieja, Jacques Pantaléon, fue elegido Papa con el nombre de Urbano IV. En 1264, impresionado por un milagro eucarístico que tuvo lugar en Bolsena -cerca de Orvieto (Italia), donde él residía- promulgó la Bula Transiturus, con la que instituyó la nueva Solemnidad en honor del Santísimo Sacramento, que había de celebrarse el primer jueves después de la octava de Pentecostés. A Tomás de Aquino se le dio el encargo de componer el oficio litúrgico, cuyo himno más famoso es el Sacris solemniis; la penúltima estrofa, que comienza con las palabras “Panis angelicus”, ha sido musicada a menudo separadamente del resto del himno. Como el Papa Urbano IV murió dos meses después de instituir la fiesta, la bula no fue actuada. Años más tarde, el Papa Clemente V la confirmó. La procesión del Corpus fue introducida por el Papa Juan XXII en 1316.

En 1990, San Juan Pablo II hizo una visita pastoral a Orvieto; hablando de la catedral, dijo: "Si bien su construcción no tiene relación directa con la solemnidad del Corpus Domini, instituida por el Papa Urbano IV, mediante la bula Transiturus, en el año 1264, ni con el milagro de Bolsena del año precedente, es indudable que el misterio eucarístico se halla aquí manifiestamente evocado por el corporal de Bolsena, para el cual se hizo construir especialmente la capilla que ahora lo custodia celosamente. Desde entonces la ciudad de Orvieto es conocida en el mundo entero por ese signo milagroso, que a todos nos recuerda el amor misericordioso de Dios que se ha hecho comida y bebida de salvación para la humanidad peregrina en la tierra. Vuestra ciudad conserva y alimenta la llama inextinguible del culto hacia un misterio tan grande" (17 de junio de 1990).



Del Evangelio según San Marcos

 El primer día de la fiesta de los panes Ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena pascual?».

Él envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: «¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?». Él les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario».

Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.

Mientras comían, Jesús tomo el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen, esto es mi Cuerpo».

Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: «Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberá más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios».

Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. (Mc 14,12;22-24).


La Eucaristía, sacramento de la comunión

A la luz de la Ascensión y de Pentecostés, plenitud del Misterio Pascual, el gesto realizado por Jesús durante la Última Cena adquiere un significado aún más profundo: gracias al Espíritu Santo, el sacramento eucarístico nos hace participar hoy del mismo gesto eterno y universal de Cristo, del que todos podemos nutrirnos. La Eucaristía es experiencia de comunión, don de una vida que se convierte en ofrenda de amor, que crea la unidad y la comunión. Dentro de este misterio, el hombre encuentra el perdón que le hace vivir de nuevo y amar.


Eucaristía: un estilo

La participación en la Eucaristía no debe ser solamente un gesto ritual, sino un estilo de vida que nos haga capaces de tomar la vida en nuestras manos para ofrecerla como don a Dios, para dedicarla a los demás. En la Eucaristía comprendemos lo que significa que “el Reino de Dios está cerca”: está presente en la Iglesia que vive de la Eucaristía, que celebra la Eucaristía.


Oración

Señor Jesús,

al enseñarme a seguir al hombre con el cántaro de agua,

me enseñas a seguir los pasos de los que viven el bautismo con seriedad:

ayúdame a imitar a los que llevan una vida elevada.

Señor Jesús,

al invitarme al piso alto,

me pides que abandone una forma de vida plana:

Señor Jesús,

al darme el pan y el vino, tu Cuerpo y tu Sangre,

me enseñas que la vida o es un regalo o no es vida:

ayúdame, alimentado por Ti, a hacer de mi vida una ofrenda agradable al Padre.

Señor Jesús,

al reunir a tus discípulos alrededor de la mesa,

me enseñas que no hay Eucaristía sin fraternidad

y no hay fraternidad sin servicio.

Ayúdame a hacer de mi vida una vida eucarística.


(Oración de A.V.)


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